II Juegos de Mar y Playa

Del 16 de mayo al 23 de mayo

Beeycker, el niño y el mar

mayo 18, 2015
Compitió a sus 12 años por San Andrés en los Juegos


Si Ernest Hemingway se inmortalizó con ‘El viejo y el mar’, la escena que se apreció ayer en plenas aguas de Bocagrande daría al menos para un emocionante relato. Cuando el cansancio supera cualquier esfuerzo, es normal que aparezca la impotencia. Pero si ésta llega acompañada de llanto, las fibras se sacuden.

Esas mismas desafiaron la brisa cartagenera en plena final de los 6.000 metros varones de las actividades subacuáticas de los II Juegos de Mar y Playa. Beeycker Moreno Forbes braceaba. Daba todo de sí, pero veía como varios competidores le sacaban demasiados metros de ventaja. Luchó hasta donde más pudo, pero una vez asomaron las lágrimas, esa fue señal suficiente para despedirse anticipadamente de la prueba.

Inconsolable, subió a la embarcación que fue a su auxilio. Las ilusiones, como el sentimiento que inundó sus ojos, se los tragó el agua. De ella le costó salir, pero finalmente el consuelo de sus compañeros de delegación terminó calmándolo. Tanto, que después de reposar unos minutos en debajo de una carpa, salió raudo al podio para aplaudir a los tres primeros.

Miró con esos ojos aún cristalinos cómo descolgaban sobre sus cuellos las medallas y se tomó su tiempo para esperar a Alexander Jiménez de Bogotá, merecedor del oro con un tiempo de 1h6m46s. “No sé si alcancé a la mitad de la competencia, eso me dolió mucho, pero bueno, todos me hablaron y hasta el que ganó me dijo que siguiera pa’lante. Y así lo voy a hacer”, dijo Beeycker, el más joven de los Juegos con apenas 12 años de edad.

Este niño sanandresano, que cursa séptimo grado en el colegio Bautista de la loma en la isla, fue el héroe anónimo de la segunda jornada de los Juegos que organiza Coldeportes. Estudia en la tarde para dedicarle la mañana a la natación. Un promedio de hora y media diaria de práctica lo convierten en promesa.

No llegó a la meta, como se lo propuso en los últimos tres meses, aunque igual recibió algo reconfortante, el abrazo solidario de su entrenador Alejandro Sierra. “Estos niños que estoy trayendo están en plena formación, es el semillero nuevo para pruebas de larga distancia”, reconoce el bogotano radicado hace 36 años en el archipiélago.

El resultado por ahora, es lo de menos. Así se lo indica la experiencia a Sierra, quien considera fundamental que Beeycker “se foguee con competidores mayores, cumpla pruebas, experimente distintos tipos de corriente, de lugares como un lago, una represa o este mar, que es bastante fuerte el de Cartagena”.

“Con apenas 12 añitos vivir algo así es algo que lo va a marcar para siempre. Entre más competencia, mejor, hasta que llega el punto en que comenzará a dar los resultados que nosotros necesitamos”, agregó el entrenador que hoy más que nunca es un convencido de que el niño y el mar son tal para cual.
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